Crochet

domingo, 4 de septiembre de 2011

El dulce remedio.

El dulce remedio 
Un caballero llegó a un hospital con un pequeño paquete bajo el brazo. Estaba visitando a su sobrino hospitalizado por haberse roto una pierna. El muchacho de doce años se emocionó cuando su tío abrió el paquete y vio la elegante caja de bombones. El tío insinuó que podía abrirla y probarlos. Pero el muchacho dijo "los guardo para más tarde".

Tan pronto como se fue el visitante, el enfermo envolvió de nuevo la caja de bombones, cogió sus muletas y bajó despacio las escaleras. Llegó hasta la habitación de una señora enferma de reuma y le obsequió su caja. Esta señora se había mostrado muy atenta con el adolescente cuando ingresó al hospital, y él había estado esperando la oportunidad para agradecérselo. Cumplido su objetivo regresó a su habitación.

Pocos minutos después, la señora reumática salía de su habitación hacia otro pabellón con una gran bolsa de compras en la mano. Su visita era para una joven oficinista que estaba convaleciendo de una operación. Ya junto a la cama, la señora abrió la bolsa y le obsequió la caja de bombones que había recibido del muchacho. Conversó un rato con ella y se despidió con una sonrisa.

Esa misma tarde, el joven daba un paseo de ejercicio por la sala donde se encontraba la oficinista. Se paró un momento para saludarla. "Mira, tengo un regalo para ti". Abrió el cajón de su mesita de noche y el muchacho quedó sorprendido al ver de nuevo la misma caja de bombones que él había recibido de su tío.

En ese momento la señora que había obsequiado los bombones a la oficinista apareció. El rostro de la convaleciente se ruborizó cuando la vio venir. Lo mismo de la convaleciente se ruborizó cuando la vio venir. Lo mismo le sucedió a la señora, cuando vio al adolescente con la caja de bombones en sus manos. Una mirada cruzada de los tres lo explicó todo... En ese instante se echaron a reír; los ojos de los amigos estaban humedecidos en lágrimas de alegría. El chico abrió -por fin- la caja de bombones y los repartió con sus dos amigas.

Una sola caja de bombones había traído una gran felicidad a aquel hospital. Tres personas la habían recibido como regalo y ellas mismas la habían obsequiado, a su vez, como muestra de agradecimiento. La gran alegría que ahora sentían los tres enfermos provenía de la felicidad que proporciona la acción de dar.
James Hyatt



No hay comentarios:

Publicar un comentario